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Desde la ventana. Día 1

Desde la ventana. Día 1

            Querido corona de mierda, siento ofenderte, pero la verdad no te quiero para nada. Entiendo que llegaste para enseñarle a la humanidad la importancia de ser solidario, de cómo si desaparecen las etiquetas, el estatus social, la avaricia y nos convertimos en seres realmente empáticos, podemos hacerle frente a cualquier adversidad. Agradezco el hecho de que el tiempo dejó de existir, al parecer los hombres grises de Momo fueron las primeras víctimas de tu fuerza, porque ahora disfruto de ver a mi hijo crecer cada día, disfruto del silencio, del poder escribir desde el alma, de la brisa de mi balcón, de una buena ducha, simplemente de respirar. Me parece que necesitabas que aprendiéramos a celebrar la vida, a ser agradecidos de todo lo que tenemos y mirar todos los regalos que habíamos dormido en nuestro corazón. Quizás tu coraje quiso que los gobernantes entendieran que enriqueciendo solo algunos mataban lentamente a los que más necesitaban, quizás ese coraje con el que te asentaste en el mundo es tu forma de gritarnos hasta entender que el dinero y la comodidad no puede quedarse en algunas casas exclusivas, que los bienes del mundo deben disfrutarse por todos sus habitantes. Por otro lado, tan duro gritaste, que nos recordaste entrar a nuestro mundo emocional y fue tan duro tu sacudida, que todos nos vimos obligados a mirar el miedo a los ojos, a apretar nuestros puños de rabia e impotencia, a acurrucarnos con la tristeza, abrazando la esperanza de disfrutar más a menudo de la alegría.

            Ahora bien, es cierto que la humanidad necesitaba aprobar la asignatura de paz, empatía, solidaridad y justicia, sin embargo, entiendo que tu enseñanza nos está costando demasiado. Existen personas que deben salir de sus casas porque no tienen que comer, quizás nos toca ayudarlos más y compartir lo que tenemos, por lo que ya te puedes ir, aprenderemos a ser más equitativos, más justos. Es cierto que otra moraleja en esta historia es cambiar la forma en que la escuela enseña, pero nuestros hijos quieren volver a jugar con sus amigos, a saltar, a ensuciarse de pintura, y hacer hermosas esculturas con masilla; ya te puedes ir, aprenderemos a ser una escuela más humana, a educar nuestras emociones para graduar seres que sepan respetarse, aceptar y celebrar las diferencias, pero sobre todo seres que sepan ayudarse mutuamente.

       El miedo y la ansiedad de que en cualquier momento tocarás la puerta y cambiaremos nuestras camas por una clínica donde el caos arropa a todos, es una sensación horrible, no más horrible de ver quien gana la carrera: si el médico (que han demostrado junto a los profesores a ser los verdaderos súper héroes de esta historia) o el ángel de la muerte, es una sensación que quisiera dejar de sentir, por lo que ya te puedes ir. Prometo que aprenderemos a cuidar al mundo y quienes nos cuidan, está claro que necesitamos una medicina que sea asequible para todos, más natural, que los que merecen la medalla son los doctores; prometemos cuidarlos y hacerle una fiesta cuando te vayas. Prometemos hacer lo que mejor que podamos con los recursos que tengamos en el momento, pero esta vez de verdad, prometemos no esperar a tener un mundo mejor, si no que cuidaremos este. Luego de esta gran sacudida prometemos hacerlo mejor y nunca volver a descuidarlo. Por favor, puedes irte ya y nunca más volver.

Desde la Ventana 1Foto de Unsplah @gregrakozy

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